Auténticos leviatanes

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Yo sé que mi mamá me dice esas cosas para que no ande de chillona, pero a veces miente. Como cuando me dice que los de su trabajo no son monstruos, pero yo sé que sí. Hay monstruos buenos, pero ellos son malos. Si no lo fueran ella no tendría tanto miedo de alejarse de su computadora, me dice que no puede hacerlo hasta que su jefe se lo diga. Se la pasa ahí sin moverse y a veces ni come y se va a dormir muy tarde; parece una prisionera, pero me fijé y no tiene esposas, ¿por qué no puede moverse entonces? 

La otra noche me desperté porque tenía una pesadilla y fui al cuarto de mamá, pero no estaba. En la sala se veía un halo de luz y allí estaba ella, como hipnotizada. La luz de la computadora le hacía una sombra rara, escuché que balbuceaba algo, y de repente saltó de su silla. «¡Mierda, mierda, mierda!», dijo y se escuchó un bip muy largo y unas luces salieron de su computadora. Me fui corriendo a mi cuarto. De inmediato sonó su celular, escuche que alguien le gritaba y ella pedía perdón. «Mierda, Rogelio me va a matar», dijo después de colgar y vi desde mi puerta cómo se tiró en su silla. Corrí hacia ella, pero en seguida dijo: «Mierda… ¡Génesis!, espérame tantito». Se puso toda roja, sus ojos se le saltaron y por un momento pensé que le emergería un tentáculo de la espalda y me ahorcaría. No mami, tú y yo somos amigas, como Venom y Eddie; tú no puedes hacerme daño. Solo la miré directo a los ojos esperando que no le cambiaran de color y enseguida modificó su tono. «Perdón, cariño, dame un segundo, tengo que entregar algo urgente». Me da miedo que se vuelva un monstruo como los de su trabajo. «Mami, yo te voy a salvar», le dije y me fui a la cama.

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