Carta a la ansiedad

pexels-maisa-borges-3232888-scaled-thegem-blog-default

Intervalos de tiempo me encarcelan en la gravedad, me veo incapaz de avanzar ante aquella obscura adrenalina que ha emanado de mi ser; quiero gritar, atrapo todo el aire que mis pulmones me permiten sostener e intento, una vez más, huir de esta terrible realidad como lo intenté hacer aquel veintitrés de diciembre en que mi polvo estelar se apagó, dejando a su paso una incertidumbre que me abrazaría al vacío.

Ella está aquí, vive en mí. No tiene planeado marcharse pese a mis súplicas vanas. De rodillas me hinco ante el Dios del Olimpo a implorar que se vaya, sin embargo, este me mira de reojo con una mirada ciega. No tiene pensado apiadarse de mí.

Hay un túnel maldito que me atrapó desde que su demoniaca voz se apropió de mi mente. Me duelen los huesos, el cuerpo se me ha tatuado con hematomas que hieren como una daga al corazón. Me invade el temor, me abrazan las llamas del infierno, soy incapaz de despertar del trance que me acorraló entre la vida y la muerte.

Lágrimas de agua salada acarician mis mejillas cada vez que Ella ataca. La escucho, por un momento soy sumisa ante sus órdenes. Me guía al inframundo y me abre las puertas al cielo. Mis manos sangran debido a las ataduras en mis muñecas; el pecho se me contrae cuando intento ponerme de pie para darle batalla. Como Paris en la Ilíada, ha encontrado mi talón de Aquiles.

69

Dejar un comentario

X