Dos poemas

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I. La muerte, otra transformación

 

 En la muerte

deleitémonos

de lo infinito.

 

Para quien en

su interestelar

odisea ríe

con eternidad

a su victoria,

la muerte.

 

Viajes astrales

Deidades infernales

Muerte y libertad.

 

Y al mirar yo el nocturno cielo,

mi mente exasperada se exhorta

al verme caminar por el umbral

fúnebre de la suntuosidad

que de la muerte emana.

 

 

I. Robert Johnson y amigos, los espíritus del blues

 

Son las tres de la mañana,

audífonos a todo volumen y este blues,

en el vacío excito mis oídos,

el cerebro las sustancias genera,

la mente vuela e imagina, nada pasa aquí,

al tacto la armónica rezumba,

con ahínco les sonrío a los espíritus del blues.

 

El ritual danzando cual chamán con tabaco y cerveza,

pluma de quetzal, mi voz sonora y las letras compuestas,

venga blues de los dioses,

lo prohibido en este mundo a mi existencia cunde de peligro,

tras de mí la muerte baila y baila,

se le olvida, al escucharte, imponer su victoria

como castigo al final de tus notas.

 

De vuelta en el camino,

ahí también los demonios extasiados de este buen blues,

y exijo más, no tengo deceso para esto,

navego en las aguas de lo eterno;

siguen siendo las tres de la mañana,

audífonos a todo volumen y este blues,

¡el tiempo rinde culto a los espíritus del blues!

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