El monstruo de mi cama

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El monstruo de mi cama habitó ahí durante toda mi niñez. Todas las noches antes de dormir, cuando iba a apagar la luz de mi cuarto para dormirme, contaba exactamente tres segundos en lo que apagaba la luz y me cobijaba para que el monstruo saliera de abajo de mi cama. Nunca vi a esa criatura de muchos ojos que habitaba ahí y dormía durante el día, pero por las noches estaba en mi cuarto: mi colchón y cobijas me servían de protección contra ese monstruo. Había veces que escuchaba ruidos extraños, y me metía bajo las sábanas con una lámpara: sabía que ese era el lugar más seguro para que el monstruo no me hiciera nada. Cuando desaparecían cosas o no las encontraba, evidentemente siempre era culpa del monstruo, pero nunca me atrevía a buscar si estaban debajo de la cama, después de unos días las cosas aparecían casi por arte de magia. Ese monstruo habitó ahí durante muchos años y viví con él, ya era una rutina para mí apagar la luz y dar un brinco a mi cama para cobijarme y dormirme. Hasta que un día me di cuenta de que ya no estaba: ya no me importaba el tiempo que pasara desde que apagaba la luz y me dormía, o el asomarme debajo de mi cama, y poco a poco ese monstruo, que durante muchos años existió, despareció sin dejar rastro. 

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