Gusano

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Lo tenía entre mis cuerdas bucales casi todo el tiempo, impedía que hablara y que le contara a cualquiera de su existencia. Era una marioneta para él, usaba su forma de gusano para simular mi lengua y hablar por mí. Él descansaba la mayoría del tiempo a lado de mi corazón para controlarme ante cualquier intento de sabotearlo.

Cuando se aburría en las noches donde la calma flotaba en mi casa, crecía de tamaño y sacaba de su cuerpo espinas con las que recorría mi pecho y rasgaba todo a su paso. Y si no era suficiente ese daño, subía hasta llegar a mi cerebro para deambular en círculos y mover mis pesadillas.

Quería sacarlo de mí. Lo intenté una vez mientras bajaba por mi garganta, lo jalé con unas pinzas, pero sólo logré lastimarlo. Para mi mala suerte, el líquido que salió de tus entrañas infectó mi cuerpo y sólo fui más vulnerable a tus ataques.

Sabías lo que iba a hacer y por eso hoy que decidiste recorrer mi cuerpo y lastimarme, tomé un cuchillo y abrí paso a mi entrañas con mis manos para extirparte, cuando te tuve entre mis manos, tiré con toda mi fuerza y vi como tu largo cuerpo cilíndrico caía al suelo. Al fin soy libre de ti, aunque eres más largo de lo que imaginaba y estás tibio.

Qué raro. Aun tengo la sensación de que te mueves en mi pecho.

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