La cita

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Izquierda. Izquierda. Izquierda. Miras una y otra vez la pantalla. Ninguno te convence. 

«Nada serio, solo sirenas o ninfas del bosque». Primera foto, duende de orejas chuecas y lentes oscuros, distingues el brazo de una duendecilla rechoncha mal recortada. No ves más, deslizas a la izquierda. 

«Vibro con magia, ¿eres tú mi hada madrina?». Tercera foto, trol con el torso desnudo haciendo dominadas en un tronco. Izquierda.

«Tranquilo, imperfecto, de charlas profundas, amante de papiros y estrellas». Segunda foto, centauro cuatrojos con un libro mirando el horizonte. Derecha. Hacen match y la charla profunda llega a tres mensajes. 

«Tiro con arco, viajes, aprender de los arcanos y los magos nórdicos, amo los bailes del solsticio de primavera, pero me faltas tú bebé». Cuarta foto, elfo en traje de baño con pose de Magigram. Izquierda. 

Harta de desplazarte por los perfiles de Bumbagic, recuerdas la última conversación que tuviste con tu mejor amiga, la hidríada.

—Usa esta app, los humanos son mejores para pasar el rato. 

—No es el rato, estoy buscando algo más, pero nadie podría verme como soy. Menos los humanos, con lo violentos que son.

—Han cambiado. Yo me conseguí uno aquí y me va mejor que con el patán de Luperco. 

—¿Luperco el fauno, o Luperco el tritón? 

—Ni uno ni otro, a los dos los bloqueé de Whatspell. 

Abres la aplicación del panalito amarillo que te recomendó. Después de un dedo hinchado por tanto deslizar finalmente tienes una conversación con un tal Perseo. Estás consciente de la mala experiencia que tuvieron las de tu especie con su tocayo en el pasado, pero los gustos musicales en común desencadenan una conversación cuasi epistolar por semanas. Compartes con él experiencias edulcoradas de tu vida, diciéndole que tienes miedo al mar para evadir las causas de tu condición actual. Evades sus invitaciones para conocerse argumentando mucho trabajo y reuniones familiares inexistentes hasta que te invita a una fiesta de disfraces.  

Lo piensas mucho, pero el oráculo te anima en el último momento. Te cubres con una peluca y lentes oscuros para asistir. Estando juntos sabes que existe una conexión mientras charlan tópicos banales o ideas filosóficas. Sin embargo, quieres salir de ahí rápido, antes de que sepa lo que eres en realidad. Te besa, es el primero que, sin saberlo, se ha atrevido a tanto con una de tu clase. En un descuido te descubre los ojos. Intentas evadir su mirada. Es tarde, ahora te mira con sus ojos de piedra.

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