La sombra de mi habitación

lady-4819968_1920-thegem-blog-default

A estas horas se asoma la angustia a mi ventana. Cierro los ojos, pues sé que aparecerá dentro de poco; la oscuridad, el silencio, el lento palpitar de mi corazón, los lóbregos laberintos de la imaginación sublevada por el temor, por la constante incertidumbre de la fatalidad. Nunca he sido una persona particularmente temerosa, pero en esos instantes todo era distinto, sentía una profunda desesperación, solo comparable, tal vez, con las postreras horas del que agoniza, cuando lentamente el pensamiento se apaga y toda la representación de lo real se superpone, se confunde, se deforma. Esa sombra, esa lúgubre e inefable forma, cuando la presentía en aquella esquina, todos mis sentidos disminuían hasta hacerme entrar en un profundo y prolongado letargo. Lloraba desconsolado y nunca encontré la manera de serenar, aunque fuera un poco, mi espíritu. Era como si un séquito de coléricos demonios comieran de mi carne hasta que ahítos descendieran a las profundidades del infierno, dejando los restos putrefactos de mi ser. Sentía que era necesario descifrar algún misterio oculto y salir de aquel sueño, tenía que librarme de aquella maldita presencia, pero siempre quedaba paralizado, nunca supe la manera de librarme de su inasible voz, de ese rostro de ecos y de la etérea influencia que me condujo a la muerte.

17

Dejar un comentario

X