Mordidas

pexels-mo-3337209-scaled-thegem-blog-default

La comida falta desde hace días. En nuestro refrigerador las verduras, las frutas y la carne están llenas de mordidas. La respuesta más lógica que tiene mi hermano es que se ha metido una rata, así que decidimos poner una trampa en la entrada de la cocina.

Ansiosos, despertamos y bajamos las escaleras rápidamente esperando encontrar el cadáver del roedor. Pero lo que hallamos ha sido totalmente diferente: la trampa está rota a la mitad. Llamamos al exterminador de plagas y él nos aconseja pasar la noche en otro sitio, porque esta vez el animal no saldrá vivo.

Antes de salir del hotel, el exterminador nos llama y dice que no volverá a nuestra casa aunque su vida dependiera de ello. El animal o lo que sea sigue suelto y nosotros no tenemos otra opción que habitar el mismo techo que él.

Mientras duermo, escucho ruidos en mi habitación. No quiero despertar, entonces siento algo peludo deslizándose por mi pie; su lengua húmeda y áspera comienza a recorrer mis dedos, uno por uno. El miedo se torna en excitación y grito.

El dolor me llega hasta la cabeza y al abrir los ojos veo cómo mis sábanas se vuelven rojo escarlata, me quedo petrificada y trato de buscar al responsable con la mirada, pero no hay rastro.

Pasan los días y el culpable de llevarse mi dedo índice no aparece. La noche se ha convertido en una larga espera de su llegada, trato de no dormirme y antes de cerrar los ojos, lo veo subirse en mi cama y hundirse entre mis piernas. Sonrío y al fin logro descansar.

10

Dejar un comentario

X