Parálisis Áfona

Paralisis-afona-scaled-thegem-blog-default

¿Alguna vez te ha pasado que “se te sube el muerto”?

No sé si es que no poder moverte causa tantísima desesperación que comienzas a descender por una espiral de pánico. El miedo te invade, comenzando desde el punto más recóndito, infectando e inflamando cada segundo, transformándolos en horas.

Quieres gritar ‒aun cuando no hay nadie cerca que pueda escucharte‒ y por más que lo intentas no logras sino emitir unos cuantos sonidos ahogados. Tu garganta se siente tensa y caliente, como si el grito que lucha ferozmente por escapar sólo lograse hincharse sin fin hasta el punto de la asfixia. 

Luego, aquella oscura y monstruosa presencia oprime tu pecho, como si el peso de la propia muerte cayera sobre ti; inmóvil, cierras los ojos y aprietas los párpados esperando a que la agonía encuentre la salida más próxima. 

Cuando por fin termina estás atónito y todo lo que queda es la nada. 

Deambulas silenciosamente.

“Disimulando,
como si 
pensaras que todo lo que no se dice en voz alta
no existe.
Como un secreto,
ignorante de que son los silencios
los que hacen más ruido que la verdad.”[1]

Ahora sabes lo que sentí la primera vez que abusaron de mí.

[1] Sastre, E. (2014). Baluarte (1.ª ed., p. 28). España: Valparaíso Ediciones.

18

Dejar un comentario

X