Presagio

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Algunas veces me preguntaba, ¿qué pasaría si me restringiera de toda inhibición y decidiera dar rienda suelta a cualquier cosa que se encontrara en mi interior? Sentía aquella curiosidad atrapándome sigilosamente, aunque conseguía recuperar la cordura y apaciguar mis desalineados impulsos.

Ante la agotadora sensación de que mi voluntad era asediada por aquel huésped tan misterioso, esta idea me invadió estremecedoramente. Pronto mi sueño se postergó hasta mucho después de la medianoche. Intentaba dormir sin éxito alguno, puesto que no hacía más que tratar de encontrar respuesta a esa extraña sensación. Cuando el cansancio vencía mi ansiedad, caía en un profundo sueño. No obstante, no podría encontrar completa tranquilidad.

Estos últimos días he soñado con escenarios insólitos, poco tiempo después de empezar a dormir siento que puedo verme a mí mismo tumbado en la cama, como un espectro flotante en el frío aire de la habitación. Otras veces me he encontrado dentro del cuerpo de alguna bestia recorriendo las solitarias y nocturnas calles del pueblo hasta llegar al espeso bosque donde la soledad y la inmensidad de los árboles resguardan mi presencia. Tengo vagos recuerdos de haber ahuyentado a un hombre que caminaba solitario por los senderos del bosque: al percatarse de mí no tuvo más remedio que salir huyendo.

Me encontraba entonces corriendo con gran regocijo, atravesando la frondosa vegetación. Instantes después de sentir tal libertad y cuando mis fieros sentidos se colmaban al punto de desbordarse de euforia, un repentino estruendo me sacudía y en un abrir y cerrar de ojos regresaba a la cama, en mi habitación. Exaltado y con la respiración acelerada, comprendía que sólo había sido otro sueño.

El timbre de la alarma es desesperante: al ver la hora me doy cuenta que me había quedado dormido, y que no puedo permitirme llegar tarde al trabajo de nuevo. Me arreglo lo más pronto que puedo y salgo corriendo hasta la parada del autobús.

El camión acelerado me rebasaba con prisa. A pesar de mis gritos, nunca se detiene.

Resignado, empiezo a caminar por las calles preguntándome cuál de todas podría llevarme hasta los confines de aquel majestuoso bosque.

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