Aguamarinas

a-heart-gaf36e78a0_1920-thegem-blog-default

Aguamarinas,

dulces aguamarinas,

atesorabas y anhelabas, 

sosegado al verlas estabas. 

¿Dónde estaba yo para ti?

Tras el mármol de sus dientes, 

tras el rubí de su cabellera. 

Agazapado mi ser, 

en el amor que sentías. 

No por mí,

lo umbrío en el fulgor, del jaspe,

que tintaba sus tersas mejillas, 

que encalaba su naturaleza. 

Su cruento jaez. 

Aguamarinas,

dulces aguamarinas, 

veías, amabas. 

Como dos melodías, 

te hipnotizaban,

te volvían menos que su servidumbre.

¿Y yo? 

Navegante era, 

barcaza de su querer, 

espectador de su historia. 

 Y cuentista de su fin. 

Te fuiste, 

suya fue la culpa. 

De ese ópalo residente de sus manos, 

pálidas, taciturnas. 

Con alevosía o no, 

te fuiste por su culpa, 

soterraste esas andalucitas, 

dentro del abismo, 

ese abismo, del que jamás saldrás, 

ese letargo que se hará sempiterno. 

Aguamarinas, 

dulces aguamarinas, 

ambicionabas, añorabas,

aguamarinas, 

que, sin más, 

te consumieron. 

31

Dejar un comentario

X