
Creo que el tiempo es un cruel maestro.
Muchas veces la mente se aturde
al pensar en las historias
que se tejieron antes de nuestros tiempos.
¿Quién habrá caminado por donde estoy deambulando?
¿Cuántos besos no habrán sido robados aquí?
¿Qué centellantes secretos se han sepultado?
¿A dónde han ido las almas de todos nuestros antepasados?
Preguntas que sin un poco de imaginación no tienen respuesta.
Preguntas con las que puedes enmarañar tu cabeza.
El sol y la luna han sido los únicos testigos de la existencia humana.
Pero el tiempo les ha contado a todos un vil secreto:
que nadie en este mundo es eterno.
Unos viven encadenados en su propio infierno.
Otros viven soñando con bajar las nubes del mismo cielo.
Todos piensan que tenemos tiempo,
pero la cruel verdad
es que no lo tenemos.
Vivimos guardando rencor y despreciando el amor.
Vivimos llorando mares y apuñalando corazones.
Vivimos con el alma encadenada a nuestros miedos.
Todos los días decimos que vivimos, pero la realidad
es que muchos solo existimos.
Y así se nos va la vida.
Porque ojalá todos entendiéramos lo que nos quiere decir el tiempo.
Porque nacimos para vivir y no solamente para existir.
Porque el tiempo nos va quitando todo lo que amamos.
Porque el tiempo nos va consumiendo a pedazos.
Porque el tiempo es un regalo que tenemos.
Porque, al final del día, lo único que tenemos son los recuerdos.
Porque al final de nuestras vidas,
todos terminaremos siendo como las estrellas del cielo,
deslumbrantes y sempiternos.
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