Mi primera carta

pexels-анастейша-8720526-scaled-thegem-blog-default

Genuinamente no he escrito muchas cartas a lo largo de mi vida, de hecho, podría decir que ésta es mi primera carta. La verdad es que no lo recuerdo bien, pero creo que solo lo llegué a hacer una vez como parte de algún ejercicio escolar, de esos que no tienen vigencia ahora, porque, ¿realmente hoy la gente sigue escribiendo cartas? Pues es muy probable que hace muchos años se escribió la última de las cartas. Ahora se podrán “escribir” correos electrónicos. Pero, de ser así, el arte epistolar hace mucho, antes de que la gente utilizara computadoras, se volvió el arte de teclear; ese antiguo monstruo que era la máquina de escribir brindaba algo especial a las letras.

 

En fin, lo que hoy escribo no sé si sea una carta real o genuina, es decir, que la estructura del texto se acomode o pueda ser clasificada bajo la categoría de “carta”. Se dice que una carta comienza con un saludo, posteriormente se escribe el mensaje que se quiere comunicar, por último, uno se despide y se suele agregar una posdata, que es algo así como una cosa que se olvidó comentar o un mensaje extra. Pues esto no comenzó con un saludo, tampoco sé bien qué es lo que quiero decirte (porque quiero decirte muchas cosas), no sé aún si pondré una posdata. Pero más allá de la estructura del texto, me preocupa otra cosa, no de ti ni de mí, ni del mensaje o de lo te quiero decir, que no es más que algo que ya sabes, que te amo con locura, que te quise con el alma y que siempre, durante lo que me quede de vida, pensaré en ti. No… lo que me intriga no es eso. Lo que me preocupa es que las cartas, para ser tales, tienen que ser entregadas y yo solo podré dejar ésta, tu última carta, sobre tu ataúd.

 

P.S. No te preocupes por tu perro yo lo cuidaré. Hasta nunca.

11

Dejar un comentario

X