¿Recuerdas?

pexels-pixabay-236380-scaled-thegem-blog-default

Ahí estás. ¿Todavía reconocerías quién soy…? Por supuesto que sí, existo por ti. Aunque no quisiera, mi sangre, mis entrañas, cada trozo de mi cuerpo tiene algo de ti; en mi cara, cuando me veo en el espejo, a veces estás tú. Una parte de ti permanece en mí: la risa, algún gesto, cómo me paro o cómo camino o cómo hablo. Tal vez por eso me fui, para que nadie te asemejara a mí… No sé por qué volví.

Ahí estás, en silencio, en cama. ¿No me has visto? Tengo miedo de que por alguna extraña razón lo sepas: una sensibilidad inexplicable. O por el comprometedor silencio: sin compañía, sin alguien más a quien esperar si no es a mí. Si pudiera darte un consejo, algo por lo que tú nunca te preocupaste, te diría que no esperes más que a la muerte.

Ahí estás, mantienes una esperanza con oxígeno, suero y medicamentos. ¿Tanto para aferrarte a la nada? Me acerco, me engaño. «Solo para que pueda escuchar tu último suspiro». Pero acaricio tu mano. No necesitas ver, sabes quién es… Mueves tus arrugas, tus labios, parece que quitas escarcha de tu cara, casi mía: sonríes.

Aquí estás; aquí estoy. ¿Recuerdas? Nunca pude evitarlo. Risas revoloteaban por mis sueños; rayos solares deslumbraban mi memoria. Estabas tú, estaba yo, estábamos los dos. ¿Recuerdas mis lágrimas? Son por ti, tal vez más por tu irremediable ausencia. ¿De verdad volví a pasar por tu corazón?

Ya no estás. Al menos, en el último momento, estuve ahí. Así como tú estuviste, nada más, en el principio: en los buenos tiempos.

 

2

Dejar un comentario

X