Tick Tack

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Llevo horas sentada frente a la pantalla, el cursor no deja de parpadear mientras mi mente está en blanco. Las ideas me han abandonado, apenas comienzo a escribir algunas frases ya las estoy borrando. Mi proyecto tiene que estar en el escritorio de mi jefe la siguiente semana, sin embargo, ¡aquí estoy!, con la mente vacía. “Pasos de cero” suena en el reproductor y me traslada al fin de semana que pasé con mis amigas en la playa, cantamos a todo pulmón mientras jugamos lotería y bebimos cerveza.

Tick, tack, las manecillas del reloj siguen avanzando, pero no les presto atención, regreso a aquella tarde de verano cuando vi por primera vez a mi sobrina, dudando si cargarla entre mis brazos, por temor a tirarla. Sus manos eran tan pequeñas y su cuerpo tan frágil. Bastó con saludarla para que reconociera la voz que le había leído por meses aun estando en el vientre de su madre. También regreso a aquella mañana de invierno cuando escuché a mi sobrino por primera vez decirme “Te amo, tía”, esa alegría inundando mi corazón al oír sus palabras sinceras, simplemente sonreí porque no había acción capaz de describir mi sentir. 

Tick, tack, el tiempo se desvanece entre mis dedos, mientras yo viajo a otro planeta, para tener mi primer encuentro con aquellas criaturas, he sido enviada para crear en conjunto todo un plan que evite una guerra intergaláctica, además de poder identificar a los villanos que quieren invadir tanto la Tierra como Saturno. Me encuentro escribiendo mi primer libro titulado “Un encuentro entre universos”. 

Al lunes siguiente, cuando mi jefe entra a su oficina la carpeta ya lo está esperando. Lo veo hojearlo con una mano mientras sostiene su café con la otra, como ha hecho los últimos dos años. Seguramente se ha sorprendido al ver mi renuncia y pide mi presencia urgente para comentarlo, pero yo estoy a kilómetros de la oficina, presentando mi currículo en la editorial, explicando por qué la escritura es pasión y la pasión debe encenderse cada día. Teniendo presente que los buenos tiempos se impregnan en el alma, nos llenan de amor y nos enseñan que los nuevos comienzos son válidos tanto como los necesitemos.

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