Algunas personas pueden estar en tu corazón,
pero no en tu vida.
A todos aquellos que yo creía
que me amaban tanto como los amaba yo,
a los amigos demasiado ocupados para verme,
a aquellos que se han detenido sin continuar el camino juntos,
a aquellos que han encontrado la estación más cercana
o el bus más barato;
a todos los amores que jamás florecieron
y a aquellos marchitos
como un invierno primaveral
en el corazón,
os doy mi bendición,
os concedo mi perdón.
Porque de todas formas estaremos siempre juntos,
incluso lejos,
Encerrados en nuestras vidas,
esparcidos entre los trozos de corazón
y las estrellas de un tiempo sin rumbo
que conduce al calor de una casa
que pensábamos conocer.
Como maestros que ya han aprendido
y a los que la destrucción ya no les hace efecto,
os dejo marchar.
Olvido los besos que no he podido dar
bajo el sol estival.
Olvido todos los grandes y pequeños sufrimientos.
Lo haré, por mi corazón que se eleva de nuevo
sin acomodarse nunca para tomar aliento.
Veréis que seré más fuerte aunque me hayáis dejado,
pero no todo está perdido, yo también me marcharé ahora.
Volveré a meter mis cosas en la maleta.
El mundo sin aquellos como yo es más frío.
Pero si un día
volvéis a pensar en mí,
sólo cerrad los ojos e imaginadme ahí,
como uno de muchos,
una presencia silenciosa que enriquece a todo lo que rodea.
Imaginad que me abrazáis.
Yo sentiré ese abrazo.
Sin rencor.
Os dejo marchar.
