Desde donde lo veo

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Desde donde lo veo, lo cotidiano puede ser tedioso; sobre todo cuando se tiene una vida tranquila y sin preocupaciones. En lo personal, olor a té con hierbas, calor hogareño, un lugar cómodo en el sillón y una televisión son todo lo que necesito; tanto que mis días van de ello. 

¿Alguna vez te conté que mi madre era una famosa actriz de teatro? Me preguntó la abuela de repente—. Alguna vez terminó sola en la capital y decidió dedicarse a actuar. Era muy bonita. 

Es exactamente de lo que hablo. En mi caso, rara vez me hablan en mi propia casa; pero cuando ocurre, se trata de alguna historia o reclamo que se convierte en monólogo. 

Deben pensar que no importa. Quizá es fácil ignorarme y quejarse conmigo porque tengo una cara afable. Además, la ropa que la abuela hace que use no me ayuda; los holanes y tejidos sólo me hacen ver más joven. 

Ya llegué gritó una voz ronca y cansada al entrar a la sala. 

¿Cómo te fue?

Bien…supongo. 

—¿Quieres comer?

La verdad, no.

Sólo cruzan ese mismo diálogo todos los días; a veces la respuesta cambia a «Sí quiero». Mis días parecen un itinerario: 

7:00 am. Desayuno. 

8:00 am. Me quedo sola, sin nada que hacer. 

12:00 pm. Llega la abuela con las compras.

3:00 pm. Hora de la comida.  

4:00 pm. El programa de la tarde.

5:00 pm. La abuela toma una siesta y veo la tele.

6:00 pm. La abuela saca su tejido.

8:00 pm. Llega el abuelo.

9:00 pm. Las luces se apagan. 

No me molesta la rutina. Aprecio que mi vida tenga tranquilidad y silencio; en mi opinión, mi vida es aburrida, pero adecuada. 

Ya llegué gritó una voz ronca y cansada al entrar a la sala. 

¿Cómo te fue?

Bien…supongo. 

¿Quieres comer?

¿Qué te parece si hoy salimos a otra parte?

Bueno, a veces sucede, un cambio en el itinerario.  

7:00 am, 8:00 am, 12:00 pm…

Días con la casa sola. Me aburro.

«Pasen por aquí», escuché, mientras entraban, descorteces, hombres a mi casa. 

7:00 am, 8:00 am, 12:00 pm…

Mi rutina ha cambiado un poco, ahora tengo menos que hacer y ya ni siquiera puedo sentarme en un sofá a ver televisión. Ahora mi cuidadora (mi compañera de casa) es una mujer de mediana edad, de quien no me quejo. Parece que tiene el mismo gusto por la rutina que yo, incluso la he memorizado: 

10:00 am. Ordenar todo.

12:00 pm. Almuerzo.

4:00 pm. Comida.

5:00 pm. Cierre. 

Todo pacifico, sin problema. Ya estoy acostumbrada a mi nueva vida. Me veo bien por el reflejo de la vitrina: “Muñeca fina de porcelana. Semi-nueva 1968. $250”.

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