Fragmentos de luz

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La gente siempre se queja de lo malo que les sucede en la vida, como cuando han sufrido por amor; cuando muere algún familiar muy querido; cuando no encuentran trabajo; cuando los agobian la depresión, la ansiedad o cualquier otra enfermedad. Y es que gracias a “lo malo” somos más resilientes y fuertes, aunque todo ello conlleve un proceso impresionante de tiempo, autodescubrimiento, amor propio, a veces lágrimas o mucha ira, y elementos positivos que influyen específicamente en cada persona.

Sí, pero, ¿qué hay de los buenos tiempos? Esos que nos hacen ser lo que somos. Los malos tiempos apestan, todos lo saben, pero los buenos tiempos dan ganas de vivirlos de nuevo, mantienen intactas las sensaciones que provocaron aunque trastabillen en nuestra memoria que altera los recuerdos a su antojo. Sin embargo algo queda, un resquicio.

Cómo olvidar el sabor de un buen amor, el color de un atardecer, el olor de mamá; el sonido de la lluvia al caer después de un día caluroso o la calidez de un abrazo. Las cosas buenas, los momentos de la vida a los que llamamos felicidad. Son los buenos tiempos los que te levantan cuando no hay más que oscuridad a tu alrededor, el combustible para seguir adelante, la luz al final del túnel. Los buenos tiempos son los que hacen que no me rinda en este mundo lleno de… ya lo decía Shakespeare: “Lloramos al nacer porque venimos a este inmenso escenario de dementes”.

Dementes no en el buen sentido, sino esos dementes que te aplastan poco a poco con sus actitudes, sus ofensas, sus acciones, personas que te lastiman. Esos dementes con los que en cierta medida agradeces haberte cruzado en el camino. Confiar en el proceso es lo importante. Mi madre siempre lo ha dicho: cuando atraviesas situaciones complicadas que generan un cambio importante en tu vida, depende de ti avanzar o estancarte. Elijo avanzar, aunque comienzo a agotarme de tantas caídas, de dar tanto y no recibir nada, de amar sin ser amada. Estoy cansada de querer hacer felices a los demás a costa de mí misma.

Los buenos tiempos son excelentes, los atesoras y recuerdas para siempre. La mayoría de ellos son con compañía: amigos, familia, una pareja; pero al final de todo, quien está contigo en los malos momentos solo eres tú mismo. Cuídate mucho.

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