¿Fueron?

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“Los buenos tiempos”. Tres palabras y ni un verbo entre ellas, aun así, ¿por qué me da esta sensación de tiempo en pasado?

No he vivido ni un tercio de mi vida y sin embargo lo primero que me traen estas tres palabras son recuerdos. Pasado. Como si todo lo bueno se hubiera quedado atrás, aunque, ¿qué tanto se puede acumular en un rastro de tiempo tan pequeño como el mío?

Estoy segura de que cuando sea adulta, tal vez el doble de la edad que tengo ahora, pensaré en mi juventud como sinónimo de los buenos tiempos, pero, ¿me consta que lo que me queda de juventud cumplirá con los requisitos para calificar como buenos tiempos? No lo creo. No me parece la idea de englobar un periodo tan amplio y matizado en un adjetivo tan escueto y redundante como “bueno” y agregarle el sentido del plural para dar la sensación de que vivimos más. 

Pero, así como no tengo idea de lo que me depara el resto de mi juventud, tampoco tengo idea de los ojos que tendré en la edad adulta. ¿Estará mi visión tan limitada y mi mente tan cansada como para solo dar un vistazo atrás y apodar a mi pasado como buenos tiempos? ¿O es que no necesito más que ese adjetivo para expresar todo el goce, pasión y energía que sentí en mis años mozos? ¿Todo eso acumulado en una pequeña palabra? ¿Se supone que estoy viviendo los buenos tiempos justo ahora? ¿Qué acaso no tendré buenos tiempos en mi edad adulta como para verme obligada a voltear hacia atrás en busca de material para adjuntar a esas tres palabras? 

No lo sé.

No sé la respuesta a ninguna de esas preguntas, solo especulo.

Tal vez, estoy viviendo buenos tiempos, pero necesito de la distancia para apreciar la pintura armada de momentos.

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