La danza de las libélulas. Un mapa como despedida

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Te escribo dudosa, aunque a decir verdad, fue un impulso de mi mano izquierda por teclear después del desayuno. Estas semanas que han transcurrido no han sido nada en cuanto a tiempo, a veces cada día me parece una inundación. Tormenta. Lluvia torrencial. Al día siguiente, como en todo hecho meteorológico, sale el Sol y me pongo feliz, sonrío, bailo, canto, leo. Entonces reconozco estos días y los que vendrán como una apuesta a la mutación de mi ser. 

 

En este tiempo, una amiga trans me dijo; “tú eres Cáncer, ¿verdad?” y le dije que sí… me asombró la pregunta porque, aunque a veces me llaman la atención los signos zodiacales, no es algo que determine mi vida, a veces los menosprecio, es más, ni siquiera creo en la Astrología. Pero recuerdo que nací con la Luna llena a las seis de la tarde y que mi madre se amarraba un listón rojo durante mi gestación; porque eso decía mi abuela, era algo sobre las energías de la luna, era claro que iban sobre mí. 

 

Y sí, soy esta mujer lunar que todos los días siente un alud emocional, soy una pupa con antenas y patas como pies que se doblan contra mi propio cuerpo, cuerpo de agua tierna, trébol de cuatro hojas en la taiga salvaje. Pocas personas han descubierto esto en mí, y una de ellas eres tú. Esa con la que me desnudé el alma.  

Te fuiste, nos soltamos y no puedo evitar que cuando todo marcha bien con esta separación, te me vienes a la mente, te imagino tomando el café vespertino, comiendo algo que te gusta mucho o leyendo sentado en el sofá con las piernas estiradas, tocándote la barba con la mano derecha, o peinándote con el cepillo que te regalé. Me estremezco porque es algo que quisiera estar viendo otra vez y que se ha ido. Ese paisaje en el que te has convertido, el que tú habitas, inhóspito, hostil, a solas, es el que extraño. 

No puedo evitar no ser yo, ser esto, escribirte, pensarte, abrazarte a la distancia en este declive pandémico. Tú sabes muy bien todo lo que siento por ti, y si lo comienzas a olvidar, sólo vuelve a leer cómo imagino tu paisaje, ahí están más que cinco letras, ahí está mi vida y la tuya. 

Me despido con un abrazo profundo como el océano que no conocimos. Hoy te conviertes para mí en una esplendorosa Aurora Boreal y que tu luminiscencia alumbra tus días más oscuros. Yo seguiré ahí, sutilmente soy esas líneas imaginarias que parten de los dos polos como imán para que tú te llenes de luz. Como despedida, yo seguiré siendo tu norte en este mapa.

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