Las mariposas amarillas

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Lunes por la mañana, me levanto, es un día normal, un poco nublado; veo las hojas de los árboles caer. Todos los días a todas horas, la misma rutina que no me llena. Tomo mi libro, Cien años de soledad, un clásico, todos deben leerlo. Camino… ¿Qué estoy haciendo? ¿Quién soy? Me veo al espejo y veo una simple persona. Puedes vivir cosas bonitas, pero… ¿Qué estás haciendo con tu vida? ¿Quién eres? ¿Qué te gusta? Todos estos pensamientos me derrumban, es como si las mariposas amarillas que ahuyentaban la felicidad en Mauricio me envolvieran cada vez más, como si me ahogaran todos los días a todas horas, no importa qué pase, siempre están ahí. Hago muchas cosas en el día. Eres hija, eres hermana, eres sobrina ¡Sí!, pero… ¿quién eres? 

Cuando llegas no te dan un libro con instrucciones para encontrarte, para saber qué hacer. No te pueden controlar como a una muñeca, pero… ¡esperanza! ¡Sí! ¿En qué libro encuentro esto? Siempre dicen que después de la tormenta viene el arcoíris…

Fin de semana, día soleado, un día hermoso. No he visto las mariposas por ningún lado, creo que el sol las asusta, de hecho, hay pájaros cantando, niños jugando, el sol con una sonrisa brillante. Miro la posición del sol, ¡excelente! Camino cien metros, ¡ahí estás! Todo empieza a tener color, lo que pasa alrededor… ¿qué está pasando alrededor? Solo te veo a ti, sí, pero ¿qué es esto?, ¿qué siento? Ni siquiera sé quién soy, ¿cómo voy a saber qué siento? Me miras, te miro, ¿qué pasa? Ahora que lo pienso, solo tengo dieciséis años, no debo preocuparme por esto, debo vivir el momento. De pronto la rutina cambia y es fácil recordar las cosas que me agradan. Macondo se siente como si la primera familia apenas hubiera llegado a aquel sitio que les brindaría esperanza y felicidad. Camino y te veo, ¿felicidad? ¡Nah!

Mi familia me hace feliz… eso sí. Leer libros me hace feliz, ¡sí! Pero ¿qué siento? 

Mi corazón late muy fuerte, las mariposas osan salir, algo las detiene, mis ganas de vomitar aumentan… ¿vomitar? No lo sé, es una sensación extraña en mí. ¿Qué pasa? ¿Qué haces? Todo era más fácil antes de ti, solo me confundes más. Ni siquiera me has hablado. ¡Te odio! Sí, te odio. 

¡Bien! Me armo de valor, voy. Me acerco y me acerco, te veo y… no puedo hablar. ¡TODO ES TU CULPA! 

¿Ríes? ¿De qué te ríes? ¡No! ¡Suéltame!

Me quedo anonadada, tus brazos me rodean, inclino mi cabeza en tu hombro, ¿qué pasa? Soy… soy yo. Te extrañé, yo. ¿Cómo te fui a encontrar?

¡Gracias!, te dije. “No estás sola”, me dijiste.

¿Sabe quién soy en realidad? ¿Cómo es posible? 

Sabes… a veces me gustaría tener el poder de ver más allá de una persona. Sinceramente creo que él lo tiene.

Antes de él pensé que acabaría como Mauricio Babilonia, él tenía esas mariposas alrededor que lo ahogaban cada vez más. Al leer su historia me sentía exactamente como él, ahora me siento mal por él. Sinceramente me hubiera gustado que pudiera haber tenido lo que yo tengo ahora, a su Meme. Yo tengo mi Meme y estoy segura de que su vida habría sido completamente diferente y feliz, sin el temor de que esas mariposas se apoderen de su felicidad. Hubiera sido libre sin un amor imposible, libre de todo el mal.

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