Lo buenos tiempos tienen cuatro patas

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Los buenos tiempos están en las colitas meneándose antes de salir a pasear. Están en la felicidad genuina de esas cuatro patas que danzan alegremente por la calle o el campo. En su mirada al correr, brincar y chapotear en el agua. Los buenos tiempos están cada vez que te reciben al llegar a casa con un maullido o un ladrido. Los buenos tiempos están ahí porque tú estás ahí para ellos y no importa nada más. 

Los buenos tiempos también están presentes en los malos. Cuando das un paseo divertido por el campo y los observas correr y saltar por todo el espacio de la hierba que cubre sus cuerpos, buscándote, escondiéndose, jugando felices. Tu ausencia la noche anterior les dolió y es por eso que están aún más felices. 

Los buenos tiempos están cuando compartes el día, el camino y la soledad con tus mascotas. Teniendo toda la vereda solitaria, el camino del sufrimiento de la vida para correr, caminar y jugar. Hay un amplio panorama para observar desde el cerro. Te sientas al borde del peligro en un puente que cruza el río. Observas todo lo verde hacia el frente y escuchas el agua correr por debajo. Sin duda los puentes que cruzan ríos siempre han sido parte de mis buenos tiempos. Cuando pienso en el suicidio, también pienso en un puente.

Los buenos tiempos no serían nada buenos si antes de ellos no hubiese habido un mal tiempo. Qué buenos tiempos cuando a las tres de la mañana corría por la carretera acompañada de mis dos perros. El objetivo inicial era escapar de la vida, sin duda nunca me lo permitieron. Sabía que ellos lo sabían pues me tomaban de la muñeca con su hocico para intentar detenerme y, al no conseguirlo, lo único que podían hacer era seguir el camino conmigo. Mi escape entonces se convirtió en una competencia para saber quién corría más rápido. Qué divertido era sentir el aire golpeando mi cara, mi corazón acelerado como mis piernas y mi respiración. Qué bien era sentirme viva a lado de mis dos perros que se pavoneaban felices justo cuando minutos antes solo buscaba un escondite para dejarme morir.

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