Cuando la luz de la luna cubre nuestra cara y la noche nos permite perdernos en su penumbra; cuando la vida se vuelve más sencilla de soportar, convirtiéndose en lentitud y simpleza; cuando, al cerrar los ojos la madrugada se siente como si todos nuestros problemas se fueran desvaneciendo y todo lo que decimos se transforma en los sentimientos que teníamos ocultos; cuando se nos escapan los suspiros; cuando hablar sobre lo que nos ha roto es más fácil, haciéndonos compartir el paraíso oscuro, en ese momento anhelo no querer despertar de esta noche, por miedo a que te esfumes con el primer rayo de sol, y al final de todo, cuando ya no quede nada, sé que nos hará falta el sonido de nuestras voces, porque no hay remedio, sé que te veo en mis sueños y que sólo seremos parte de estas horas.
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