Nostalgias

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Érase una vez un príncipe al que todos admiraban por su osadía para la guerra y su gran sabiduría celestial. En sus mejores años bélicos conquistó fortalezas, castillos, ciudades, tierras prósperas; adquirió botines imposibles de contar de todo tipo: oro y plata, alhajas, diamantes y toda clase de piedras preciosas; centenares de animales de ganado y toda clase de aves exóticas; maderas finas, perfumes, especias y otros materiales de gran valor que arrebató a los reyes más poderosos de Europa, África y Asia. La guerra lo había hecho ser el hombre más próspero y temido de su tiempo y su reino se convirtió en el más rico de todo el mundo.

 

Tiempo después, cuando las guerras acabaron, el príncipe emprendió el camino hacia su reino. Ya en su palacio decidió descansar por un tiempo. Años después, la paz continuaba imperando en el mundo, pero el príncipe ya no sentía lo mismo, el hombre de guerra traía a la  memoria los recuerdos de sus victorias contra los reyes más poderosos del mundo. Él siempre se preguntaba: ¿algún día regresarán los tiempos donde sentía que conquistaba el mundo? El príncipe no recordaba otra cosa más que sus batallas y no sabía cómo vivir en el tiempo de paz. Un día, su nostalgia fue tan fuerte que terminó en un llanto profundo. Gritaba con tristeza: ¿regresarán los buenos tiempos?

En su depresión, consultó a su Dios, y este le confirmó que debía hacer un viaje muy largo, el príncipe encargó su reino y todas sus riquezas a uno de sus parientes durante el tiempo de su excursión. Se alejó de todos y de todo y emprendió su viaje. Exploró montañas, bosques, mares, lugares de los cuales se enamoró profundamente, no dejaba de admirar los lugares por los que cruzaba. Un día, caminando por una pradera, recordó sus tiempos de príncipe valiente. Sin embargo, se dio cuenta de que ese recuerdo ya no era tan profundo. Entonces, exclamó: es cierto que fui un gran guerrero y que conquisté el mundo cuantas veces quise, siempre deseé que regresaran esos buenos tiempos, pero con todo lo que he conocido ahora no puedo vivir del pasado. Ahora comprendo que todos los días son buenos tiempos, pero depende de uno mismo estancarse y vivir de las glorias pasadas o empezar a vivir los buenos tiempos que trae el presente y el futuro.

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