Tal vez, algún día

plug-g5bdcd86a8_1920-thegem-blog-default

Las cartas han muerto, ahora borroneamos mensajes o despachamos audios. Somos testigos del agonizar de las letras. Sin embargo, aquí encontrarás palabras guardadas entre las páginas de mi diario, renuncian a mí, a mi desgastada libreta y a una repisa empolvada para por fin llegar a ti.

Dedicarte palabras es sencillo, ellas te buscan, sólo presto mis manos para posarlas en una vieja libreta. Ya que por ahora sólo puedo conversar contigo cuando escribo, seré una escritora para ti. 

Estuve tan cerca como para poder tocarte, pero no lo hice, te miré desde la distancia. Sólo fui una espectadora de tu hablar, de tu andar; soñando y deseando tu amor, temiendo de ti y de mí misma. Te encontré, pero encontrarse no es suficiente. 

Hace tiempo que no te veo, aunque aún eres el trago de vida que me aleja de la muerte y de la soledad. No te asustes, no siempre estoy sola: las palabras, la música y la luna suelen acompañarme. Si bien a veces me traicionan, las palabras sólo te enuncian a ti, la música te señala y la luna te acoge bajo su luz. Ellas tampoco pudieron resistirse a ti. Incluso las estrellas desean ser vistas a través de tus ojos. 

Un día, esos ojos se posaron en mí. Te sorprendió que escribiera muy rápido, así es, teniendo pluma en mano soy rauda, pero ante ti no lo hacía por hábito; quería aprovechar los segundos en que echabas un vistazo a tu propio texto y así descubrir cada ángulo de tu rostro, guardar en mi memoria tu voz y así recordarte por siempre. 

Quizás pudo ser tu sonrisa, tu inteligencia o la melancolía que te acompaña, pero eras tan deslumbrante que me quedé esperando: inmóvil, aguardando el momento en que mis ojos se adaptaran a tu luz, para así mostrar que también tengo luz propia.

El dolor que me causa tu presencia/ausencia es pesadez en las extremidades y una opresión en el pecho que me deja sin aliento, es un sobresalto; padecer causado por mí, alimentado desde la primera vez que te vi y durante varias estaciones con mis afectos de un imaginario ferviente.  

Adoro la idea de tu existencia, aunque ésta no llegue a unirse a la mía. Dices sentirte solo, si tan sólo supieras que te llevo conmigo a cada paso. Sólo tú puedes sacarme de este anhelo de ti. Dime si alguna vez pasé por tu mente, dime si te es posible quererme o baja el telón de una vez. 

Casi amanece y ahora que te he confesado mi amor, mi corazón me pide que te escriba, pero mis manos están frías, no puedo colocar en el papel lo que mi corazón siente: tal vez, algún día.

30

Dejar un comentario

X