Time

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Se dice que el tiempo lo cura todo. Es el medio por el cual el dolor, con el paso de los días, llega a su fin; donde los acontecimientos pasados carecen de importancia para el sentir de quien los padeció. No obstante, hay algo a resaltar, los recuerdos siguen en la memoria. Es decir, el sentimiento desaparece, empero quedan las remembranzas de los actos en la mente. Se deja de sentir algo, pero no se olvida. Por ello, tendría que preguntarse: ¿El tiempo lo cura todo o es una ilusión que sólo posterga el dolor y la aflicción para mostrar que los recuerdos prevalecen y, más bien, lo único asertivo es la visión de que la toma de decisión del hombre es lo que hace al tiempo tomar un rumbo provechoso? Si se opta por la segunda decisión: ¿Los recuerdos que desgarraron en un cierto momento se olvidan sin ser conmemorados a futuro? En caso de tomar la segunda visión del tiempo, empero no fuera afirmativa la contestación a la segunda pregunta: ¿Se diría que nada ha cambiado, porque los recuerdos prevalecen? Se haría la observación de que se olvidan dos conceptos interesantes como lo son la resignación y el autoengaño. Explico. La resignación es el acto por el cual se aceptan las adversidades de un cierto hecho. Es decir, que el destino del hombre se crea con base en sus decisiones diarias. Al momento de sufrir, da cuenta de que no es el tiempo quien mejora las cosas, sino él, mediante el esclarecimiento del no retorno al pasado y lo que queda es lidiar con recuerdos. Resignado, las reminiscencias serán el signo de su acto carcomiendo su ataraxia, pero, a su vez, será la justificación para procurarse un bienestar que no sea marcado por el tiempo. En caso contrario, queda el autoengaño, donde se piensa que, con el paso del tiempo, los recuerdos se estancan en un determinado momento en el cual consiguen decir que se está bien. Pero, los actos asechan dentro de la memoria para, con cualquier acto de dolor, decir qué es lo que prefieren: ¿Vivir como un monstruo, por no aceptar sus errores, o morir como un buen hombre? Creo que todos somos monstruos viviendo de autoengaños que en algún punto de la vida nos alcanzarán, como la bestia a Frankestein, arrebatando todo lo verdadero, haciendo al mundo una incertidumbre donde lo único certero que se puede tener es el último suspiro. Y que, nuestros pensamientos, se abrumen de justificaciones de una muerte ya marcada por el espejismo, como es mi caso.

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