Tu reminiscencia

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La última vez que te escribí estábamos tan enamorados que no veíamos una vida el uno sin el otro. Hoy, a meses de nuestro último encuentro, creo seguir pensando lo mismo, aunque la historia ya es diferente. Fui a aquel lugar que nos unió el alma, ¿lo recuerdas?, había una refinería horrible que nos terminó desplazando hasta el extremo del parque. Tuvimos que batallar por los asientos con esos pobladores que festejaban el bicentenario de La Villa. Realmente fue muy gracioso, te sonrojaste demasiado. No importa, al regresar no vi la misma calidez que recordaba, varios árboles estaban sin hojas y el pasto me resultaba muy rasposo. Intenté relajarme, pero una sensación me hacía temblar, sentía escalofríos y sudaba frío. ¿Recuerdas el libro que te di? Yo solo la portada, pues, aunque me lo regresaste, jamás lo volví a leer. Sencillamente el perfume que dejaste en él me hacía llorar, preferí olvidarlo en una caja, junto a todo lo demás que construimos. 

 

¿Que por qué fui a ese lugar si tanto daño me hace? No tenía nada qué hacer y, sabes qué, cuando eso sucede, los recuerdos vuelven junto con los sentimientos. A pesar de haber llorado en una banca, puedo decir que no fue un mal día, me permitió adentrarme en el jardín botánico en el que tanto batallamos para entrar. Era sublime el escenario y, aunque fue breve, sentí sosiego y admiración. Tú sabes cuánto admiro la vida, la naturaleza, el conocimiento. Me conoces, mi impulsividad hizo que terminara temprano el turno en la fábrica. Eran casi las siete de la noche cuando llegué al punto escondido entre el boulevard que lleva a tu casa y que conecta con el pasaje hacia el colegio. El frío se anunciaba y una pobre manta me intentaba acobijar mientras aguardaba por ti. El tiempo me amenazó pensando que ni podría llegar a ver tu sombra. Justo cuando amagué llegar al final del boulevard… escuché tu voz, algo quebrada, tal vez incómoda por la risa que soltaste. ¿Creerías que no reconocería tu dulce sonido? Estuve a punto de no hacerlo, como te dije, algo había cambiado; sé cuándo estás feliz y sé cuándo estás taciturna, pero ese sonido jamás lo había escuchado venir de ti… ¿Acaso era yo quien había transgredido el recuerdo? Temo que sea así, un largo tiempo hemos estado alejados. Lo único que me resuena y me atemoriza es que hayas desarrollado una nueva risa, una nueva risa ajena a la que me mostrabas. No estoy diciendo que las que me diste eran apócrifas, sino que algo te hacía reír totalmente diferente.

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