
Para entender la bondad basta con mirar los ojos de una mujer agradecida porque le has dejado beber un poco de agua tras un periodo de ayuno prolongado. Basta con ir a buscar al especialista que la dará de alta tras cinco días de estancia hospitalaria. No importará tanto que le digas que tiene un tumor de seis por seis centímetros en el riñón derecho, un tumor que compromete su circulación no solo a nivel renal. La mujer sonreirá a toda costa, aún cuando le digas que debe acudir a consultas subsecuentes para completar el protocolo de estudio de un tumor con el que ha estado luchando a ciegas desde años atrás. No obstante, en su pensamiento es viernes por la tarde, día en que sus hijos y nietos llegarán a casa a merendar y a escuchar mitad lo que ella tiene que contar sobre el día a día, mitad alguna historia de guerra muy al estilo de El señor de los anillos. Quizá entre líneas, les contará el miedo no exteriorizado a un tumor que forma ya parte de su cuerpo, pero esas solo serán las migajas espolvoreando alguna frase dicha de forma accidental. Las cosas tristes son a veces solo eso, otras veces son una especie de sueño velando por encima de todo lo que hacemos, manipulando lo que se dice, lo que se siente, escuchando mejor que nosotros la canción que suena en la radio mientras preparamos el té. Nada tiene que ver una nueva proporción en la superficie renal con lo mucho que queremos visitantes que coman en nuestra mesa un poco de pay y aún así, la sensación de que una nueva realidad nos acecha está presente en todas las cosas. Quisiera decir que las cosas que uno olvida son justo para desaparecerlas, pero a veces el esfuerzo de acabar con lo que no nos gusta desgasta todo y las vuelve omnipresentes, entonces uno ya no puede dar las gracias sin sentir que es por última vez, uno ya no puede decir lárgate a nadie porque si uno muere un instante después, creerán que uno lo decía para siempre aunque por dentro estuviera deseando todo lo contrario. Así que, si de tarea se tiene averiguar bien a bien de qué basura está compuesta esa prominencia esférica sobre el polo superior del riñón derecho, uno debe asegurarse de primera instancia a sí mismo y después al médico y a la familia y a todo aquél que se digne a decir que uno le importa, que lo hará, así al menos eso indicará que no habrá más pérdidas a corto plazo.
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