Las estrellas y nosotros

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Estoy aquí bajo la noche estrellada, con el corazón abierto.

 

Metes tu mano en mi boca para sacar una parte de mi alma que no conocía. Después, me dejas con los labios rotos. 

 

Me dejas como si nunca hubieras conocido mi interior, como si el amarme fuera difícil; a veces el amor no es suficiente para seguir con algo que se dio en una noche. Todos los recuerdos de nosotros vienen y golpean mi cabeza, llegan después de medianoche y se van en la madrugada cuando aún es temprano para despertar, pero tarde para dormir. Regreso a torturarme haciéndome preguntas que jamás responderás.  

 

En las noches más oscuras aún te pienso, en las noches donde las estrellas brillan más aún te pienso. Te pienso todos los primeros de cada mes porque ese fue el día que llegaste; y te odio los 16 porque ese fue el día en que me dejaste. Te pienso en las canciones que me dedicaste aquella madrugada, te pienso en las películas que me enseñaste, te pienso en todos los planes que estoy haciendo sin ti.

 

Aún te pienso y creo que eso es lo que más detesto. No te extraño, pero aún te pienso: a veces en amor, a veces en odio o en tristeza, pero siempre estás aquí en mi mente. Me duele más pensar en lo que no pasó que en tu partida, porque sé que no fue mi culpa, que aunque yo pude haber evitado que te fueras la decisión ya la habías tomado y mis palabras no cambiarían nada.

 

Pero te pienso. Pienso en lo que pudo pasar, en los momentos que pudimos vivir, en las canciones que nos faltaba escuchar y en los abrazos que ya no nos pudimos dar. Hace mucho no sé de ti. No sé qué hiciste con los planes que tenías, no sé qué hiciste con las cartas que te di. Pero estoy segura de que también me piensas, estoy segura de que ambos nos pensamos y nos buscamos en otras personas. La vida algún día pensará en volvernos a juntar en una de esas noches oscuras donde las estrellas brillan más. 

 

En mi mente sólo hay rayones que se convierten en manchas de tinta por sobre-pensar. Tal vez en otro momento de la vida, tal vez en otra vida, podamos decirnos adiós mientras amanece de aquella noche estrellada y sale el cálido sol. Tal vez en otro momento dejemos de buscarnos en otras personas y tengamos el valor de buscarnos, de decir adiós, de despedir lo que un día no cuidamos y se desvaneció.

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