Querido extraño

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¿No es raro que en algún momento de nuestras vidas ni siquiera sabíamos de la existencia del otro?

A todos nos llega el primer amor y lo recordamos por siempre y para siempre. Y no me refiero a la primera persona que te gustó o a la primera persona que llegó a tu vida en forma romántica, sino a aquella persona por la que sentiste algo diferente en todos los sentidos. Aquella a la que le quieres dedicar cada canción de amor que escuchas y a la que le escribirías mil y una cartas expresando tus sentimientos más profundos. 

Ese primer amor que muchas veces llega en la adolescencia, aunque puede que también llegue a los sesenta. Ese amor que te hace sentir millones de cosas diferentes:

Puede que mariposas,

paz al escuchar su voz,

calidez al sentir sus abrazos,

curiosidad al contar los latidos de su corazón

Felicidad, al pensar en cada momento que han vivido y todos aquellos que faltan por vivir. Aquella persona con la que podrías pasar horas platicando o en silencio, y sentir que tan sólo han transcurrido segundos. 

Esa persona por la que pelearías contra dragones, si existieran o si son la representación de sus miedos. A la que le entregas tu corazón y tu alma, como aventarse en caída libre sin saber si habrá una red de protección o si se abrirá un paracaídas, pero lo haces por todas aquellas emociones que te provoca, que jamás habías experimentado antes y que probablemente sean semejantes a las miles de estrellas que están colisionando en algún lugar de este universo. 

Por quien pides un deseo cada vez que ves una hora espejo.

En quien piensas cuando le hablas a la luna

Porque el primer amor no se olvida, a veces puede ser con quien compartes el famoso “hasta que la muerte los separe” o simplemente puedes recordarlo y añorarlo toda la vida, porque sabes que no sólo puede significar tu primer amor, sino también tu primer corazón roto…

Querido extraño, si lees esto en esta o en otra vida, gracias por ser mi primer amor.

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