Reluciente, con la mirada
puesta en los altos ideales
de una primera juventud,
en el anuario, al fondo, atrás
de la Enciclopedia Británica
y los cuadernos con poemas
de amor oscuro que enmohecen
junto a medallas y trofeos,
al final de la estantería
tocando el cielo raso, allá
entre las páginas dobladas
por las esquinas de tu nombre,
encima de los soldaditos
de plomo, sobre un álbum donde
tímidas manos recortaron
los perfiles de tu nobleza,
debajo del polvo, debajo
del agua inmóvil de los atlas
donde jamás habrás de hallarme.
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