El ladrón de palabras

dictionary-gfcf0b01cf_1920-thegem-blog-default

¡Advertencia: El ladrón de palabras anda suelto!

Las víctimas de este delincuente lírico comparten una expresión: «Tenía la palabra en la punta de la lengua». Pero no la encuentran ni en la punta ni en el resto de las papilas. Desaparece del habla.

Conocí la historia de este criminal en mi infancia, a través de los mitos de mi abuela. Ella aseguraba que, en algún momento de su juventud, tuvo en su dominio la palabra más hermosa jamás escuchada por la humanidad. No habrá nunca un sinónimo en el diccionario digno de imitarla.

Pero dejó de ser suya. No por descuido o negligencia, sino por una vil usurpación del ladrón de palabras. Le bastó un instante para hurtar en sus recuerdos y desposeerla.

Por ello, pasé mi niñez asfixiado entre diccionarios y novelas. Sin percatarme, convertí la búsqueda de esa palabra en una obsesión. Quería retribuirle lo robado y hacer justicia por mano propia.

―¿Algo que recuerdes sobre ella? ―pregunto―. Una consonante, sílaba tónica o al menos una vocal.

―Era muy bonita ―dice quedito―. Muy, muy bonita.

 

Investigo sin pistas. Busco lo que no se encuentra y lo desconocido. Hojeo poemarios. Sobresalen palabras como: epifanía, mímesis, efímero o catarsis. Mi abuela niega conocerlas.

Los meses evolucionan y, dolosamente, el ladrón de palabras la visita más seguido. Ya no se conforma con arrebatarle el léxico poético y embellecedor; ahora usurpa hasta nuestros nombres.

―Deja de buscar, Martincito ―solicita resignada, ignorando que me llamo Antonio―. Hay que aprender a dejar ir las cosas.

 

Mas quiero que sepas, querida palabra, que aún te busco entre los escombros de la memoria. Encontré unos versos de Pizarnik que me ayudan a no desistir con mi misión:

 

Tal vez las palabras sean lo único que existe 

en el enorme vacío de los siglos 

que nos arañan el alma con sus recuerdos.

 

Puede que algún día te halle.

47

Dejar un comentario

X