
Van más de 3600 días sin ti, más de 85 mil horas y más de 10 años. Cifras que son igualmente eternas desde el primer momento de ese secuestro que se convirtió en lo que comúnmente llaman desaparición, aunque sea todo menos eso.
No hay rutina que no se haya construido entre quienes te extrañamos sin pensarte al menos un momento cada día. Encuentros constantes frente al reflejo del espejo, de vidrios o del agua. Te encontramos al mirarnos, cuando reconocemos algunos rasgos parecidos.
Te llaman “desaparecida” porque es la forma más fácil de nombrar la ausencia física, pero aquí en la familia cuesta mucho nombrarte así. Te encontramos en nuestros espacios, costumbres y logros. Incluso a veces he llegado a considerar una falta de respeto nombrarte así porque tu risa y tu voz resuenan todo el tiempo en cada uno de nuestros pasos, se sienten cerca y muy fuerte.
Pasan las estaciones y como siempre desde aquella noche de octubre de 2012, lo único que podemos pensar es si tendrás cómo protegerte, si tal vez estarás pasando hambre o estarás corriendo algún peligro. La impotencia de no poder abrazarte ni saber cómo estás nos pesa y nos enloquece de a ratos.
En este camino hemos encontrado a muchas otras personas que también buscan a sus seres queridos y sabemos que, aunque cada quien busca a alguien distinto, al final nos sostenemos de un mismo tipo de cariño, de indignación y rabia históricas.
Hay quienes dicen que sería mucho mejor la certeza de saber que esa desaparición se convirtió en muerte, pues así la intranquilidad tendría una fecha de término, pero me parece que las circunstancias de cada situación son muy distintas.
Incluso ahora, si te encontráramos en esa condición, no habría manera de reparar los años que fueron llenándonos de nuevos recuerdos pues, aunque tu cuerpo no está con quienes te amamos, todos tus gustos, sueños y experiencias siguen aquí. Evocan en una voz propia tu memoria personal y una memoria colectiva que no se va a cansar de pedir justicia ni de mencionar tu nombre, Mariana, y el de muchas más ausencias hasta el día en que puedan regresar de esa incertidumbre.
¿En cuánto se cuentan 10 años?
En una palabra: Ven
Dos palabras para ti: Ven siempre.
Tres palabras para ti: Ven siempre, amor.
Después de tantos años ahora resuenan como una sola: Vensiempreamor.
Hace un tiempo murió nuestra abuela paterna, se fue poco antes de su cumpleaños y sin volver a saber de ti.
A ambas les dedico esa única palabra eterna: Ven…
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