Mil rutas por caminar,
un solo destino,
decidí tomar la de las flores bellas,
el de las piedras chiquitas,
en el que subí y bajé
por lagos y montes,
escuelas y casas,
de día y noche.
Lo escogí bien,
y aunque no sabía nada,
me guíe por sus grietas,
largas y estrechas,
que llevan mucha historia,
que son hogar de insectos,
cubiertas de tierra,
unidas entre sí,
que terminaron en un sinfín de tréboles.
Dicen que te da buena suerte,
si ves uno de cuatro hojas.
Yo nunca he visto uno,
y si lo viera,
llegaría a mi destino final.
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