Manifiesto: Yo seré

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Llegamos a este mundo como resultado de una mezcolanza de variables que fundamentaron el momento de nuestra creación. Sucede como cuando enfilas las fichas de dominó; cuando están todas puestas unas detrás de las otras, la primera de la hilera cae y las demás se empujan y terminan en un gesto de reverencia, marcando la senda para el nuevo ser veloz y sediento que viene en camino a este planeta.

Cuando menos me di cuenta, ya habían pasado más de 20 años desde que tomé mi primer aliento de vida. 

Creo que la vida de un joven adulto es una experiencia hermosa y muchas veces desgarradora. El músculo crece y se lastima en ese proceso. Lo que creí que era una verdad, a veces, deja de serlo cuando llegan los golpes de realidad. Crecer implica dejar atrás lo que alguna vez fui; significa agitar y maniobrar. No puedo ser la misma por siempre, no tiene caso siquiera intentarlo.

Crecer es decirle a mi yo de diez años: no puedo seguir cargándote en mis hombros, tengo que hacerme responsable de una joven de casi veintidós. Así que, preciosa, lo lamento, pero no puedo seguir anclada a tu dolor. Tengo que desempolvar y lustrar mi corazón.

Hoy estoy renaciendo, porque mi antigua yo ya está muriendo. Y aunque ese proceso ha llegado a ser doloroso, sé que llegaré a ser un todo.

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