Querido corazón

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Querido corazón, tienes tantas facetas que aún no logro experimentarlas todas: las enamoradas y las rotas, esas que duelen como si me hubiera pegado en el dedo chiquito del pie. Perdóname por no entenderte tanto como quisiera, por callarme cuando más querías hablar, por no ponerte ese curita que necesitabas cuando te rompiste por primera vez. Recuerdo las veces que te sentí latir tan fuerte que creí que saldrías de mi pecho; cuando no sentía mariposas en el estómago sino elefantes balanceándose sobre la tela de una araña; cuando me sentí enamorada de esa persona, de ese deporte, de ese libro, de esa materia, de ese atardecer y ese amanecer, de esa vista en la casa de la abuela, de la risas de mi familia, o mejor aún, de ese momento con mi mejor amiga que me hizo darme cuenta de lo feliz que se sentía mi corazón. Pero también conocí esa parte de mi vida en la que tú, querido corazón, no quisiste luchar más, cuando te desvanecías y dolías al llorar, cuando no sentías nada. Te escribo a ti, que lates cada día para mantenerme aquí, porque quiero escucharte más y cuidarte. 

Sigue latiendo, que yo seguiré cuidándote. 

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