Rojo carmesí

pexels-karolina-grabowska-5713317-scaled-thegem-blog-default

Cada mañana, 

al caminar por las miserables calles,

un humo blanco se esparce.

A todos lados a donde miro,

la pobreza vive y come personas. 

 

Pero por las noches,

ese humo blanco como la luna 

decide luchar por vivir. 

Se envuelve en un abrigo

y despierta los deseos del placer.

 

En una figura el humo se convierte.

Sus carnosos labios forman una sonrisa 

que no puedo olvidar.

 

Dejas que toquen tu cuerpo

y complaces a cualquier hombre. 

 

Vistes como una muñeca de porcelana,

y las múltiples grietas

adornan el escenario

donde tú eres la estrella.

 

¡Oh, pobre mujer!

Es aún de noche y los espíritus 

de la vida corren detrás de ti.

 

Sobre la acera,

el viento besa tus mejillas.

Tus labios son rojo carmesí 

y la llama de la santidad 

acaricia tu cabello.

 

Con una mirada afilada

miras los extremos de la avenida.

Un espectáculo de luces se proyecta.

 

En un lugar tan vil, 

la silueta de una mujer asecha las sombras.

Sus diminutas y delgadas piernas

son la vivacidad andante.

 

Entallada en seda,

el concepto de belleza se rompe.

Es una lucha constante por la tentación,

la riqueza muere y la felicidad es temporal.

 

Era una palabra

era su nombre

era Esmeralda 

la mujer de la noche. 

6

Dejar un comentario

X