El poder de una sola palabra

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         ¿No es cierto que una sola palabra es capaz de elevarnos por encima del éter o de espetar nuestra alma y hundirnos en lo más oscuro del Hades? ¿Quién generó las palabras y de dónde surgió ese poder que ni las Moiras poseen a pesar de haber obsequiado el alfabeto? ¿Será que, en vez de ser un regalo del Dios Tot, tan sólo fue una maldición que nos deja sin aliento y, obvio, sin palabras?

         Una sola palabra puede ser la apertura al más bello y sublime espacio que jamás hubiésemos imaginado. Una sola palabra se sabe potencia absoluta, se conoce y se personifica en un verbo de la psique del sujeto en el que genera resonancia.

         Una sola palabra inicia una Constitución, una revolución, una despedida, una carta de amor, un mensaje fortuito o una nota intermitente pegada a la mesa o junto al refrigerador. Una sola palabra es: comienzo y fin, ¿Acaso no antes del Caos -corrigiendo a Hesíodo- hubo una sola palabra? ¿No es cierto entonces que del Hacedor con el Verbum (una palabra) se hizo su voluntad?

         Una sola palabra es la que espero todos los días al verte llegar. Una sola y única palabra es la que añoro no volver a escuchar. Una sola palabra inerte y sinsabor es a la que no sé cómo reaccionar. Una sola palabra vivaz y fugaz es la que me recalca lo afortunado que soy al estar hoy aquí. Una sola palabra destruye, crea, deconstruye y deviene en el todo y en la nada. Pero, de la nada nada, y del todo al menos una sola palabra.

         Una sola palabra, parece ser eso, una sola, simple, sencilla, ingenua, débil e inocente. Pero ¿acaso no es Uróboros quien denota al vacío donde allí se plasmó y se formó en la nada, el todo? ¡Silencio! ¿Cómo iniciar el fin? ¿Qué decir cuando no hay nada que decir? ¿Qué edificar cuando sólo una palabra lo dice todo?

         Y allí estás, estuviste y nunca volverás a estar. Y aquí no estuviste, estás y espero que estés. Y aquí no estaba, estoy y estaré. ¡Una sola palabra se puede conjugar a lo más bello como a lo más inefable! Te amo, te odié, no te amé, te estoy odiando, te amaré, te amaba, te odiaría. ¿Qué carga trae ese camello llamado “una sola palabra” que exige más y más peso? ¿Qué fuerza o qué cruel tormento indigna o enarbola a Cadmo, el portador de las palabras?

         Una sola palabra te dice: Quédate; Vete; Vuelve; Aléjate; Hola; Adiós; Amo; Odio; Bello; Horrible; Hoy; Nunca; Vive; Muere; Sí y No. Pero de entre todas las palabras que puede o podría haber y existir, quizá sólo una podrá expresar lo que en verdad siento que debes saber hoy y para siempre: ¡Gracias!

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