Ella… mi primer paciente

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Ella…

Estatura: 1.53.     Peso: 51kg.     Edad: 27 años.     Mujer.    Residencia: Estado de México

La conozco desde hace mucho, pero ella nunca solicitó verme. Nunca hizo una cita y yo no andaba en busca de un caso así. Pero ella era mi responsabilidad en primera instancia… Quisiera describirla en una sola palabra, una palabra sola que resuma tan importante caso… pero no puedo.

Un día entre susurros y llanto me contó:

«Siempre quise ser alguien que desarrollara su parte intelectual: una notable investigadora o una académica, y que al mismo tiempo fuera una gran artista. Pero nunca fui buena en la escuela ni he tenido buenos hábitos de estudio que me ayuden a lograr mis ambiciosas metas. Era más bien una persona ansiosa y me decepcionaba fácilmente. Me gustaba pintar y aunque tenía mejores habilidades para la pintura que para otros rubros, pensé que el arte era cosa de ricos y de personas de alta sociedad. Por eso, nunca me creí capaz de desarrollar profesionalmente estas aptitudes».

Ella lloraba contándome sus sueños y sus desventuras y yo noté la culpa y el autocastigo en su discurso. Ella se condenaba a sí misma después de exigirse demasiado: vivía en el futuro sin atender su presente, condenando su pasado. Ella no es una persona… ella es más bien un síntoma y esa no soy yo… no quiero ser ella.

Es verdad que mucho de lo que siento sobrepasa mi control y ronda los terrenos neuroquímicos. Pero exigirme menos, reconocer mis habilidades de manera realista y trabajar en mis metas sin sentirme abrumada por el pasado o el futuro, me ha ayudado. Ahora pienso en un presente que puedo modelar con mis manos y que está bajo mis posibilidades. No solo verme a mí misma como mi paciente, también ser realmente paciente conmigo y quererme por quien soy: soy yo.

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