Sobre la palabra

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Me desvivo con la emoción. Vertiginosas laderas que emanan pena. El vertedero vocal que desemboca en la honestidad. La página deja de estar en blanco, pero a pesar de su contenido, no puedo evitar sentir que lo que he escrito no confiere nada significativo. Con el paso del tiempo podemos darnos cuenta de la manera en la que el lenguaje se convierte en un obstáculo. Somos emoción antes que pensamiento.

A pesar de ser un artefacto multifacético que permite tanto al artista como al abogado expresarse plenamente, podemos notar la restricción de la palabra, la manera en la que nos limita y nos impide expresar nuestras emociones en su totalidad. La escritura, sin duda, es una apertura: nos permite plasmar sentimientos dentro de sus posibilidades. Vislumbramos las emociones y cavilaciones de otros por medio del texto. La palabra se convierte en un objeto versátil de oralidad y grafía, que no solo nos permite relacionarnos y plasmar nuestras emociones, también nos encontramos ante un objeto que se encuentra sujeto a nuestro entorno.

El lenguaje se encuentra condicionado a nuestros alrededores. Factores que ni siquiera nos imaginamos influyen en nuestra manera de expresarnos a través de la palabra. Si prestamos atención, encontraremos un residuo de las personas que amamos y nos amaron en nuestra manera de expresarnos. Tal vez nos encontramos imposibilitados de verbalizar cabalmente, pero el significado que le otorgamos a las palabras nos acerca a conferir lo que sentimos en realidad. 

Asimismo, la palabra también cuenta con la facultad de transformar nuestra vida. Podemos afirmar que basta una sílaba para segmentar nuestras vidas. Clarice Lispector comienza La hora de la estrella exponiendo que “Todo en el mundo comenzó con un sí”. Una palabra tan elemental cuyas ramificaciones se expanden en tiempo real. Latentes y carentes de certeza. ¿Cuántas veces una palabra nos llevó a los momentos más inesperados? Decisiones que colgaban de una sílaba y se expandieron estruendosamente. 

Me encuentro paralizada ante las posibilidades. Expresión que cobra vida en el papel y se sumerge en lo más recóndito de la fantasía. La aflicción de lo irreal, dando pie a posibilidades inexistentes mediante una sola palabra.

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