
¿Escuchas aquel corazón
romperse?
Como un tazoncito de barro que se ha
estrellado
al encontrarse,
repentinamente,
con el frío concreto que tocan
tus pies.
¿Percibes las grietas
que comienzan a formarse
entre sus finas paredes
agitadas,
desesperadas,
que cual fina porcelana se han
fragmentado ya?
Se ha desmoronado.
Y no existe retorno.
Un espesor rojo le ha comenzado
a brotar.
Una herida hecha
que alivio y consuelo
espera.
Pero, ¿cómo podría
encontrar
tranquilidad
hecho pedazos?
Se halla perdido
y fracturado.
Nada hay.
Así como a la cerámica,
ningún pegamento lo sella.
La herida abierta,
el alma rota.
Solo habita
en pena.
¿Dónde estás, plenitud?
¿Por dónde arrojas al
extrañamiento?
¿Qué no ves que se ha roto?
¿Y que una parte de él
ha muerto?
El presente en pasado
se ha vuelto.
¿Escuchas aquel corazón
romperse?
Nada le queda,
más que un antes
y un después.
Herido y acongojado,
de sus grietas quiere
renacer.
El hubiera no le existe.
Y, en la penumbra del presente,
calma y fuerza
es lo único que pide.
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