
LISTA DE COSAS QUE HE ROTO LOS ÚLTIMOS AÑOS: cartas, fotos, dibujos, expectativas, a mí misma… la lista es larga.
Perdí la cuenta del tiempo transcurrido, hasta que un día me animé a verte. No tenía por qué hacerlo, ninguno de los dos lo necesitaba, sin embargo, lo sentí como una de esas cuentas pendientes y, puesto que me había propuesto avanzar, tenía que enfrentar la sensación de que había algo inconcluso.
Dudé un poco, no porque temiera que el sentimiento siguiera existiendo, sino porque sabía que habría un antes y un después al tomar la decisión. A diferencia de los otros intentos fallidos, ahora mi corazón latió con calma y las náuseas no se hicieron presentes. Aquello que me hizo temblar tanto tiempo, ahora no causaba efecto alguno. Parecía tan extraño que alguna vez hubiésemos coincidido.
La vida que llegamos a tener y el futuro que alguna vez quisimos construir me parecían tan lejanos, como si no fuera yo la que lo hubiera presenciado. Los recuerdos seguían, algunos intactos, otros borrosos, y de algunos apenas tenía noción. Luego de todo lo ocurrido estaba convencida: ¡Nadie muere de amor cuando se elige a uno mismo!
Esas tardes de risa, esos bailes improvisados y esas charlas profundas, ahora me parecían sacadas de algún libro. Mis labios ya no recordaban cómo era tocar tus labios, tus abrazos habían dejado de ser mi lugar favorito, mi cuerpo ya no encajaba con el tuyo. En efecto, esa persona ya no era yo. Llegué a amarte y a odiarte a partes iguales, pero hoy comprendo que hay cosas que se rompen para dar paso a la transformación.
Sin ser consciente, hacía tanto tiempo que había comenzado un vuelo diferente. Respiré con calma, me abracé tanto como pude y entones lo supe. Te había perdonado y me había perdonado. Agradecí tanto haber tenido el valor para irme, para hablarte de frente, aunque eso significara romperte el corazón.
¡Sí! Hay muchas cosas que se rompen, y a pesar de no quedar igual cuando intentamos pegarlas, a veces nos gusta más la nueva versión. ¡Hoy lo sé! Me he sanado de ti.
3