El amor a la palabra

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Limerente va la lengua en la obscuridad por las estaciones del olvido

pronunciando una sola palabra: ¡Amor! Frenética estoy por un latido.

Áurea va una palabra sola, muy sola se encuentra reprimiendo suspiros, 

coleccionando palabras al albor de la soledad.

Constelaciones cual zafiros zozobran las palabras 

cuando la modernidad las silencia en un mar de olvido.

¿Cuántas lenguas mueren? Las palabras se agotan, la retórica se vuelve anticuada al desuso de las palabras.

 

El amor a la palabra persiste en las letras tonales de las bellas artes, 

melodías con acento lírico al compás de una sola palabra enamorada, 

cuántos sentimientos tan profundos se pueden expresar a través de la palabra 

y, aun así, ella se halla sola y tan vacía, carente de amor.

 

Palabras rotas, es una palabra sola que no se puede pronunciar, 

promesas rotas que se quedan sofocadas en la garganta, 

apocalipsis de canciones de amor no correspondido.

 

Música es la palabra escrita suspendida en el tiempo y el espacio,

como astro de luz que ilumina el conocimiento, 

como nota que fluye en la bóveda celeste dibujando el carmesí de la alborada

en una explosión de formas y colores de palabras enamoradas.

 

Si ella pudiera arreglarse con solo decirlo, 

si estas líneas en papel fueran lluvia que apagara el fuego de amar tanto la soledad. 

Si pudiera entender lo que significa este confuso sentimiento 

que ha surgido de quererlo demasiado por su nobleza de corazón 

y sus buenas intenciones, lo adora, lo quiere, pero no puede amarlo 

porque su amor se siente intermitente, distante y, a veces, tan cercano 

como su cálido abrazo.

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