
Esta tierra, a la que llamamos creación y destrucción
por el paso apresurado que aparenta llevar
cada vez que la hago presente, me sacude las entrañas,
me bifurca los recuerdos y me distrae los anhelos.
Esta tierra que nos ve renacer, crecer y envejecer
me susurra al oído, me confirma que existo,
plasma una estampa en el corazón que me dice
“de la tierra soy”.
Esta tierra me florece los sueños, me ensueña las raíces
y, algunas veces, me envuelve de silencios que resucitan
las fragancias florecidas de los buenos momentos,
hasta el aire que respiro rompe las barreras a la cueva del auspicio.
Esta tierra no sólo es la montaña, también es el mar,
no sólo es el suelo que piso, también el cielo que habito,
es el árbol en un pavimento, las aves pendientes al vuelo,
la tierra soy yo, somos todos, fundidos en memorias eternas
que nos alimentan como estrellas fugaces.
11