Fugaces

bullets-g06f556c49_1920-thegem-blog-default

Su mano temblaba. Pero no tenía miedo. Varias veces se había sentido igual: mente y cuerpo separados. Su amontonamiento de carne, sangre y huesos combatía por tener el control. Sólo en este momento, él creía que la reacción era normal. Sus manos trepidaban y sudaban, no de frío, aunque parecía hielo el metal y plomo que sostenía.

¿Por qué ahora? No sé… Si no es en este instante, nunca podré hacerlo. Me siento sin remordimiento, sin culpa. Podría ser una ilusión para sentirme capaz. Poco importa. ¿Quién vive fuera de mentiras? Recuerdo…

—Ya párale, me lo vas a matar. Quiero enseñarle unas cosas… A ver si después tiene ganas de seguir fregando a su mujer.

Estoy harto. Nada cambia. Los intentos son inútiles. ¿Razón? ¿Desde cuándo algo tiene sentido, si no es el que asignamos arbitrariamente? Me engaño. He pensado y repensado. Sólo una opción. Cerca de la muerte, se vuelve costumbre tenerla presente. Yo estaba protegido por un uniforme y una insignia.

—¿A la cárcel? Estás pendejo. Allá no vas a cambiar. Tenía un padre igual de malnacido que tú. Verás que es más efectivo mi método. Después no vas a querer tocar a ninguna mujer.

«En la Tierra somos fugazmente grandiosos», leí, no sé dónde ni cuándo. Una explosión. De repente, el cosmos. Una explosión. De repente, un muerto. Si miro a las estrellas, una puede ser mi madre. O no, tal vez, una estrella fugaz. Así, fugaz, pasó por la Tierra. Apenas tengo memorias de ella…

—Sosténmelo. Así. ¡Párenlo, párenlo! Pero antes estaba de hombrecito. ¿No que muchos huevos? Que no se caiga… Siéntenlo. Él quiso aprender a la mala.

¡Bang! Apenas un instante. Un punto. Un agujero. Un vacío. Ahí, una bala. ¿O será el universo naciendo? Sangre. Oscuridad. Dicen que somos polvo de estrellas. Entonces, mucho polvo se ha coagulado en mis manos. Uno menos, ¿a quién le importa? Somos una insignificante nada para el Universo, una fracción de segundo cósmico. Nacer. Morir. En medio, un punto en esa infinita línea del tiempo. Y, sin embargo, nos parece grandioso. ¿En cuál caso evito mentirme? Todo es una constante caída. De repente… ¡Bang! El principio. ¿El final? Un punto. Nada. Y todo. ¿Un agujero negro? Un agujero. Sangre. Polvo de estrellas. Me gustaría ser una estrella fugaz… ¡Bang!

Había visto su mano, temblaba. Pasaba cada vez que tenía una pistola en la mano. Pero no tenía miedo. Nunca tuvo, ni cuando cumplía órdenes, ni cuando mató al hombre. Y tampoco cuando… ¡Bang!

 

1

Dejar un comentario

X