
Llénelo de azúcar. Endúlcelo con palabras y caricias. Extráigalo de un solo y brusco movimiento. Tómelo entre sus manos: entre menos atención ponga en esto, mayor probabilidad de éxito tendrá al romper el corazón.
Píselo, azótelo y arrástrelo. Póngalo a girar sobre las puntas de sus dedos. Quiébrelo y agriételo con el sonido de su voz. Salte sobre él, y así, con su debido esmero, verá cómo, pieza por pieza, caerá ante usted el corazón.
35