Ella cierra la puerta.
Atrás, el mundo,
el ruido del mundo,
la fortuna
con sus garras de fiera.
En el vapor austero de su alcoba,
Juana desata las manos
de sus manos,
retira la aturdidora venda
de sus ojos,
toma una pluma:
“Primero sueño.”
Dos palabras
que
inauguran
un siglo
de mujer.
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