Me subo al avión, arreglo mis pies y el piloto anuncia que nuestro destino eres tú. Y la ilusión con mezcla de nervios me mastica y luego me escupe. Nueve horas después: nuestra capital.
Tengo el boleto de avión y el sentimiento invade mi pecho, no sé si volver a ti me dejará irme otra vez.
Me recibes con sol y con tus bellas montañas llenas de paz, con tus olores, colores. Nos volvemos a ver y no en fotografías, como siempre. Tú tan bella y dinámica y yo con el cabello corto y con nuevos lentes; las dos más viejas y como siempre, alocadas y felices. Yo veo cosas nuevas en ti y tú ves cosas nuevas en mí y las dos gritamos, “¡eso no estaba ahí!”
Qué bonito se siente dejar de extrañarte, qué bonito tenerte. Qué lindo es volver y que estés cerca.
Volví a ti con esas montañas verdes y el azul del mar, con los abrazos de la abuela, las risas con mi mejor amiga; pero hoy vuelvo a ese avión y me pongo el cinturón, arreglo mis pies y el piloto anuncia que nuestro destino ya no eres tú. Debo volver al hogar que formé yo misma, porque ya hace un tiempo te dejé.
Siempre tendrás tus montañas verdes y el mar azul en mi corazón; aunque viaje por el mundo, tus montañas siguen siendo las que hacen reír mi alma.
Qué lindo es volver y que sigas ahí, viéndome crecer. Llevo tu luz y tu aroma en mi piel.
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