
Nanacamilpa, la beldad que instila,
es un secreto del maguey, que guarda.
Donde el boulevard perfumado reza
este silencio que viste las calles.
No necesitas ir muy lejos si quieres
perderte en el laberinto de las luciérnagas
bajo sus pestañas.
Dos faroles que brillan sobre el quiosco,
que con los labios cerrados aún canta el nombre
de la musa piel de pulque
y labios corazón granate.
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