La naturalidad de la vida

pexels-pixabay-158163-scaled-thegem-blog-default

Navegando por aguas turbias, entre cielos grises y vientos fuertes, me has preguntado si aún seguimos siendo los mismos muchachos de hace cinco años. Contemplo tu cuerpo parado frente del mío como un niño pequeño lleno de incertidumbre y dudas. Quise responder rápido, pero pensé un poco más la respuesta y ante ésta nacieron otras veinte preguntas. ¿A qué te refieres?, respondí con voz ingenua.

 

Tú, ignorando la tormenta que se asomaba entre nosotros, dejaste caer sobre mí el mundo entero que escondías. Dijiste sentir no conocerme, que ya no era el chico del que te enamoraste y rompiste en llanto al sentir que las cosas ya no eran como antes, pensando que todo pronto habría de acabar. Yo conservé la calma y mientras tus ojos nublados de agua me observaban te conté acerca del clima y de nosotros. 

 

¿Ves esas nubes? No siempre están ahí, no siempre tienen la misma silueta y eso no significa que no existen en la forma en la que siempre las has conocido. Este cielo tormentoso que nos rodea ahora no será el mismo de mañana, ni el de la próxima semana y quizá eso sea lo interesante. El cielo cambia, el clima cambia, el mundo entero lo hace también. ¿Por qué nosotros no habríamos de cambiar? Después de todo, la belleza de las cosas está en su transformación; sus constantes y poéticas alteraciones nos muestran el pasar del tiempo. Existe siempre un punto de partida y un camino por recorrer, nosotros estamos en ello, es válido y justo que te de miedo que no seamos los mismos de ayer y que hayamos cambiado, pero el amor, créeme, no ha hecho más que crecer y fortalecerse. La forma en la que el viaje nos cambia y nos hace más fuertes será simplemente la naturalidad de la vida.

26

Dejar un comentario

X